¿Cuántas veces has escogido callarte?
Sin duda, algunas veces, callarte es lo más inteligente que puedes hacer: cuando vas a hablar sin filtro con lo primero que te viene a la cabeza o cuando lo que vas a decir no aporta nada.
Otras veces, dar tu opinión, decir algo que conoces, hacer una buena pregunta, puede aportar valor sobre el asunto que se esté tratando y sin embargo, decides callarte para no sentirte mal o resultar perjudicada.
Queremos evitamos ser juzgados negativamente y para ello actuamos con patrones predefinidos:
Si no quieres ser visto como:
Ignorante – no hagas preguntas
Incompetente – no admitas un NO SE o un error
Intrusivo – no ofrezcas ideas
Negativos – no cuestiones el status quo
Marciana – no muestres la diferencia
Amenaza – instálate en un perfil bajo
Dedicamos buena parte de nuestras energías a gestionar la impresión que los demás se llevan de nosotros, pues queremos ser queridos y valorados y por ello, muchas veces no solo no dejamos de decir lo que pensamos, si no que dejamos de comportarnos tal y como somos.
¿Qué es la práctica de Covering?
El sociólogo Erving Goffman, considerado el sociólogo americano de más influencia en el siglo XX, ya en 1963 acuñó la distinción de Covering: “es la práctica de esconder, inhibir, enmascarar o copiar algunos rasgos personales para encajar en un grupo social que tiene más poder o un nivel más alto de jerarquía”.
En una formación realizada recientemente sobre Liderazgo inclusivo, los participantes identificaron la falta de confianza, falta de seguridad, en definitiva, el MIEDO, como la emoción subyacente a las principales prácticas de Covering.
En el entorno laboral, los equipos de liderazgo, los jefes, por su rol, tienen una destacada responsabilidad en generar las condiciones necesarias para que el Covering no se produzca, pues tendemos a actuar en base a expectativas habladas o no expresadas de las personas a las que queremos o necesitamos agradar.
La cultura de la empresa comienza desde arriba: aquello que los líderes dicen, hacen, bromean, visten y prestan atención afectará a la cultura y al comportamiento de las personas que lideran.
En realidad, con nuestros comentarios, verbales y no verbales, y con nuestras acciones todos tenemos a nuestro alcance generar un clima de confianza en el que las personas nos sintamos bien tal y como somos, un clima de seguridad psicológica en el que todos podamos decir y actuar con autenticidad sin miedo a ser rechazados.
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